REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
DIPLOMADO EN TEOLOGIA PASTORAL
MODULO: HERMENEUTICA
FACILITADOR: DR. LINO ORTEGA

Historia de los principios hermenéuticos entre los judíos

INTRODUCCION
Desde que Dios reveló las Escrituras, a través de los siglos ha habido muchísimos enfoques al estudio de la Palabra de Dios. Los intérpretes más ortodoxos han subrayado la importancia de la interpretación literal, con lo que ellos quieren decir que la Palabra de Dios debe interpretarse del modo que uno interpreta la comunicación humana normal. Otros han practicado un enfoque alegórico, y aun otros han buscado en cada letra y cada palabra un significado secreto que necesita descifrarse.
Revisar la historia de esas prácticas nos ayuda a vencer la tentación de creer que nuestro sistema de interpretación es el único sistema que ha existido. Una comprensión de las presuposiciones de otros métodos provee una perspectiva más equilibrada y capacita para un diálogo más significativo con los que creen de manera diferente a la nuestra.
Al observar los errores de los que nos han precedido, podemos estar más conscientes de los posibles peligros cuando estemos en tentaciones semejantes. El adagio de Santayana de que "el que no aprende de la historia está condenado a repetirla" es tan aplicable a la esfera de la interpretación como lo es a cualquier otra esfera. Esperamos que este trabajo pueda ayudarnos a entender esos principios, a fin de tratar de interpretar las escrituras de la forma más sana posible.
  
HISTORIA DE LOS PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS PARA LOS JUDÍOS

Exégesis judía antigua
Un análisis de la historia de la interpretación bíblica comienza por lo general con la obra de Esdras. A su regreso del exilio babilónico, el pueblo de Israel pidió que Esdras les leyera del Pentateuco.
Nehemías 8:8 recalca: "Y leían en el libro claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura."
Debido a que los israelitas probablemente habían perdido su comprensión del hebreo durante el período del exilio, la mayoría de los eruditos suponen que Esdras y sus ayudantes tradujeron el texto hebreo y leyeron en voz alta en arameo, añadiendo explicaciones para hacer más claro el significado. De este modo comenzó la ciencia y el arte de la interpretación bíblica.
Los escribas que siguieron copiaban con gran cuidado las Escrituras, pues creían que cada letra del texto era la inspirada Palabra de Dios. Esa profunda reverencia hacia el texto sagrado tenía ventajas y desventajas.
La principal ventaja era que el texto fue cuidadosamente preservado en su trasmisión a través de los siglos. La mayor desventaja era que los rabinos pronto comenzaron a interpretar las Escrituras por métodos distintos a los que se emplean en la interpretación normal de la comunicación.
Los rabinos presuponían que, como Dios es el autor de las Escrituras
(1) el intérprete podía esperar hallar numerosos significados.
 Los adherentes a la crítica de la redacción sugieren que la interpretación de las Escrituras comenzó mucho antes que Esdras en cualquier texto, y
(2) tenía importancia cada detalle incidental del texto.
El rabino Akiba, en el siglo primero d. C., finalmente extendió eso para mantener que cada repetición, figura retórica, paralelismo, sinónimo, palabra, letra y aun las formas de las letras tenían significados ocultos" Ese "letrismo" (enfoque indebido de las letras de las cuales se componían las palabras de las Escrituras) era llevado muchas veces a tal extremo, que el significado que el autor tenía en mente era pasado por alto y las  especulaciones fantásticas de los rabinos tomaban su lugar.
Además, cuando nos referimos a la hermenéutica en el judaísmo, tenemos que ser conscientes que nos estamos refiriendo a la interpretación de aquello que hoy llamamos "Antiguo Testamento", que para los judíos constituían y constituyen "todas las Escrituras" o "Palabra de Dios".
Para los judíos, en lo que se conoce como el "canon hebreo", las Escrituras se dividen en tres partes: (1) La ley; (2) Los Profetas; y (3) Los Escritos (Salmos).
En la época de Jesucristo, la exégesis judía podía clasificarse dentro de cuatro tipos principales:
1)    literal,
2)    midráshico,
3)    pesher y
4)    alegórico.
  
INTERPRETACIÓN LITERAL
El método literal de interpretación, mencionado como peshat, al parecer servía de base para otros tipos de interpretaciones
Se sugiere que la razón para la relativa infrecuencia de interpretaciones literalistas en la literatura talmúdica es que, como se suponía que este tipo de comentario era conocido por todos; y ya que no había disputas al respecto, entonces no fue registrado.

INTERPRETACIÓN MIDRÁSHICA
La interpretación midráshica incluye una variedad de dispositivos hermenéuticos que fueron desarrollados considerablemente durante la época de Cristo y que siguió siendo desarrollado durante varios siglos después.
Al rabino Hillel, cuya vida antecede al surgimiento del cristianismo por una generación o más, se le considera como el que desarrolló las reglas fundamentales de la exégesis rabínica que recalcó la comparación de ideas, palabras o frases halladas en más de un texto, la relación de principios generales a casos particulares, y la importancia del contexto en la interpretación.
Con todo, la tendencia hacia una exposición más fantasiosa que conservadora continuó. El resultado de esto era una exégesis que:
(1) daba significados a textos, frases, y palabras sin consideración al contexto en el cual se trataba de aplicar;
(2) combinaba textos que contenían palabras o frases similares fuera que los textos se refirieran o no a la misma idea y
(3) tomaba aspectos incidentales de la gramática y les daba pertinencia interpretativa. Se dan dos ejemplos de tal exégesis en seguida:
-Por el uso superfluo de tres partículas [hebraicas], las Escrituras indican, que algo más se incluye en el texto que lo que la aparente declaración podría implicar a simple vista.
Esta regla se ilustra en Génesis 21:1, donde se dice "Jehová visitó a Sara", y se supone que la partícula debe mostrar que el Señor visitó a otras mujeres además de Sara.
-Las explicaciones se obtienen al reducir las letras de una palabra a su valor numérico, y sustituir esto por otra palabra o frase del mismo valor, o al trasponer las letras. Así, por ejemplo, la suma de las letras del nombre Eliezer, el siervo de Abraham, es equivalente a 318, el número de sus hombres
(Génesis 14: 14), y, por consiguiente, muestra que Eliezer solo tenía el valor de un ejército.
De ese modo, al concentrarse en la identificación de significados ocultos de detalles gramaticales incidentales y especulaciones numéricas artificiales, la exégesis midráshica con frecuencia pierde el verdadero sentido del texto.

INTERPRETACIÓN PESHER
La interpretación Pesher existió particularmente entre las comunidades de Qurnrán. Esas formas tomaron extensamente de las prácticas midráshicas, pero incluyeron un enfoque escatológico importante. La comunidad creía que todo lo que escribieron los antiguos profetas tenía un significado profético velado que estaba por cumplirse inminentemente por medio de su comunidad del pacto. La interpretación apocalíptica) era común, junto con la idea de que mediante el Maestro de Justicia, Dios había revelado el significado de las profecías que anteriormente estaban en el misterio. La interpretación Pesher era denotada con frecuencia por la frase "esto es aquello", indicando que "este presente fenómeno es el cumplimiento de aquella antigua profecía".

INTERPRETACIÓN  ALEGÓRICA
La exégesis alegórica se basaba en la idea de que el verdadero significado de las Escrituras yacía bajo el significado literal. Históricamente, el alegorismo había sido desarrollado por los griegos para resolver la tensión entre su tradición religiosa mítica y su herencia filosófica. Como los mitos religiosos contenían mucho que era inmoral o inaceptable, los filósofos griegos alegorizaban esas historias; es decir, los mitos no eran entendidos literalmente, sino como leyendas cuyo verdadero significado yacía en un nivel más profundo.
En la época de Cristo, los judíos que deseaban permanecer fieles a la tradición mosaica, aunque adoptaban la filosofía griega, se enfrentaban a una tensión similar. Algunos judíos resolvieron esta tensión mediante la alegorización de la tradición mosaica. Se reconoce a Filón (20 a.C - 50 d.C.) en ese aspecto.
Filón creía que el significado literal de las Escrituras representaba un nivel de comprensión inmaduro; el significado alegórico era para los maduros. Debiera emplearse la interpretación alegórica en los casos siguientes:
(1) si la interpretación literal decía algo indigno de Dios,
(2) si la declaración parecía contradecir alguna otra declaración de la Escritura,
(3) si el relato afirmaba ser alegórico,
(4) si las expresiones estaban duplicadas o si se empleaban palabras superfluas,
(5) si había una repetición de algo ya conocido,
(6) si una expresión es variada,
(7) si se empleaban sinónimos,
(8) si era posible un juego de palabras,
9) si hubiera algo anormal en número o tiempo (del verbo), o si estaban presentes símbolos.
Como puede verse, estos criterios son indicaciones válidas de que el autor haya tenido la intención de que sus escritos se entendieran de manera alegórica. No obstante, la alegorización de Filón y sus contemporáneos iba más allá de esto, con frecuencia alcanzando proporciones fantásticas.
Otra consideración  importante es que cuando hablamos de judaismo no nos referimos a una realidad homogénea, que consideraba los principios hermenéuticos uniformemente. Más bien debemos tomar en cuenta ciertas corrientes hermenéuticas que tuvieron como centro algunos lugares geográficos, aun personas que correspondían al pueblo judío.
A la luz de estas consideraciones, debemos dirigir nuestra exploración a cinco grupos de judíos que, ubicados geográficamente en lugares distintos, articularon cierta metodología de interpretación que guardaba rasgos peculiares, dependiendo de lo que sería una norma común o de consenso en otras áreas.

LOS JUDÍOS PALESTINENSES
Eran, como su nombre lo indica, un grupo de intérpretes de las Escrituras que radicaban en Palestina. Partían del concepto de que la Palabra de Dios era infalible, por lo que tenían un profundo respeto por las Escrituras. Llegaron a considerar como sagradas las letras de los Libros. Los copistas tenían la disciplina de contar cada letra al terminar cada línea, para evitar olvidarse de alguna, y así evitar problemas de transcripción. Al mismo tiempo, tenían a la ley en mayor estima que los Profetas y la Hagiógrafa. De ahí que la interpretación de la Ley fuera su gran objetivo. Distinguían cuidadosamente el sentido literal de las Escrituras (peshat) y la exposición exegética de éstas, con el fin de investigar todo posible significado oculto y aplicación práctica de las mismas (midrash).
Exaltaban la ley oral o tradición, que eran las deducciones o interpretaciones de los rabinos como sostén indispensable de la ley escrita. Eso dio lugar a toda clase de interpretaciones.
Habla interpretaciones literales de la ley (halakhah) e interpretaciones más libres de las Escrituras sin un carácter legalista, más bien de tipo homilético e ilustrativo (haggadah).
Hay un cuestionamiento serio que se le plantea a la interpretación bíblica de los judíos palestinenses, que básicamente estaba representada por los "Escribas" (expertos en la Escritura). Se les cuestiona el hecho de que ellos resaltaban, le daban una prioridad mayor a la tradición o ley oral, que prácticamente estaba compuesta por las interpretaciones que los rabinos habían ido dando a la ley, y proponían a "la ley oral" como una columna insustituible de la "ley escrita". Es decir, hacían una especie de transposición. No se dirigían a la ley escrita tal como estaba para ver cuál era el significado y aplicación para el momento presente, sino que esa ley escrita era vista a través de los lentes de la tradición oral. Esa tradición era una serie de interpretaciones que los rabinos habían ido dando a lo largo del tiempo. De esa manera se hacían interpretaciones arbitrarias y erróneas de las Escrituras.
Es interesante notar en Marcos 7:11-13 que Jesús hace referencia a este problema. Para los Escribas, llegaba un punto en que la ley escrita quedaba invalidada por la tradición o ley oral.
Hillel, uno de los más grandes intérpretes entre los judíos, nos dejó siete reglas de interpretación por las cuales, por lo menos en apariencia, la tradición oral podía deducirse del texto de la Escritura.
Según su forma más breve, estas reglas son las siguientes: (a) ligero y pesado (esto es a minore ad majus, y viceversa); (b) equivalencia; (c) deducción de lo especial a lo general; (d) inferencia deducida de varios pasajes; (e) inferencias deducidas de lo general a lo especial; (f) analogía de un pasaje con otro; y (g) inferencia sacada del contexto.

LOS JUDÍOS ALEJANDRINOS
Alejandría fue una importante ciudad de Egipto, tuvo mucho prestigio durante el período intertestamentario. En los primeros siglos del cristianismo ocupó un lugar de relevancia en toda la zona del Medio Oriente. Era el eje del comercio entre Oriente y Occidente, por tales características, fue una ciudad que determinó normas de convivencia y de vida de ciudad.
En lo cultural y religioso se dieron cita diversas corrientes de pensamiento, sistemas filosóficos, así como diversas religiones.
Aparecieron así los "sistemas eclécticos o intermedios", que mezclaban enseñanzas de varios sistemas religiosos, culturales y filosóficos, y surgían así nuevos comportamientos religiosos.
Los historiadores nos dicen que en Alejandría estaba el famoso "Museo o Templo de las Musas", un centro de estudios superiores, donde se reunían las mentes más ilustres de la época, dedicadas a estudiar filosofía, matemáticas, astronomía, zoología y otras ciencias. Este museo se distinguía por su enorme biblioteca, junto con la del "Templo de Serapis" constituían la mayor colección de libros de la antigüedad. Alejandría fue el principal centro del pensamiento filosófico y teológico original, no sólo entre judíos y cristianos, sino también entre paganos. Por cierto, se cuenta que desde muy temprano en la historia hubo allí una colonia judía de aproximadamente un millón de personas, que incluso tenían su barrio propio (ahí se tradujo la Septuaginta).
En ese contexto, se desarrolló "la escuela alejandrina de interpretación judía". La interpretación de esta escuela fue influenciada, como es fácil suponer, por la filosofía de Alejandría. Los judíos alejandrinos asumieron el principio fundamental de Platón, de que "no debe creerse nada que sea indigno de Dios". Por tanto, cada vez que ellos encontraban en el Antiguo Testamento cosas que no eran compatibles con el concepto de Dios que se tenía, o no lo consideraban conveniente, recurrían a la "la interpretación alegórica". Alegorizar es, básicamente, considerar cada elemento de un relato como un símbolo, representando un sentido oculto en el texto (puede ser un personaje o hecho). Este modo de interpretar, presupone que esa mención es solamente un símbolo detrás del cual se esconde su verdadero sentido o significado.
Entre los representantes más significativos de los judíos alejandrinos se cita mayormente a Filón, el cual estableció las reglas estudiadas anteriormente y que se constituyó en el más renombrado exponente de este método de interpretación bíblica. Filón no sólo rechazó el sentido literal de la Escritura, sino que además lo miraba como una concesión para los "débiles". Para él todo era símbolo de significados o cosas más profundas. El sentido oculto de las Escrituras era su punto fuerte. Estas reglas, naturalmente, daban lugar a toda clase de malas interpretaciones.

LOS JUDÍOS KARAÍSTAS
Este grupo es conocido por los historiadores de la hermenéutica como los "protestantes del judaismo"(Farrat los consideraba una secta), fue fundado por Hanan ben David, aproximadamente el año 800 a.C. Estos judíos se les ubica como descendientes de los saduceos, y simbolizan una protesta contra el rabinismo que estaba en parte, influenciado por el mahometismo.
La forma hebrea de la palabra "karaista" es "Beni-Mikra", o sea "hijos de la lectura". Se les había puesto este nombre porque ellos postulaban como principio fundamental de interpretación que "la Escritura constituía su única autoridad en materia de fe". Esto los llevó a emprender un nuevo y cuidadoso estudio del texto escritural.
El surgimiento de esta escuela originó al mismo tiempo una reacción de los rabinos. Al ver que los karaístas emprendieron un estudio serio del texto escritural, como reacción, los rabinos emprendieron un estudio similar. Como resultado de este conflicto de interpretación surgió lo que hoy se conoce como "el texto masorético".
La exégesis de esta escuela karaista fue por lo general más sólida que la de la escuela palestinense, que fue más literal o de la escuela alejandrina, que era más alegórica. Ellos estaban en un lugar intermedio y hacían una exégesis mucho más sana.

LOS JUDÍOS CABALISTAS
Corresponde a un movimiento del siglo XII, con características muy peculiares. Para varios analistas, representa lo que podríamos llamar "la reducción al absurdo del método de interpretación de los judíos palestinenses (método literal)", aunque algunas veces empleaban también el método alegórico de los judíos alejandrinos.
El quehacer hermenéutico de los judíos cabalistas descansaba en la premisa de que todo "el texto masorético", hasta los versículos, las palabras, las letras, las vocales, los acentos, las comas, los puntos, fueron dados a Moisés en el Monte Sinaí; y que el número de letras, y cada letra simple en cuanto a su trasposición y substitución, tenía un poder espiritual y sobrenatural.
Entre los métodos que usaban en su labor interpretativa se mencionan tres:
 (a) La gematria, según la cual podían sustituir una palabra bíblica por otra que tuviera el mismo valor numérico;
(b) El notarikon, que consistía en formar palabras por la combinación de letras que empezaban y terminaban algunas palabras, o considerando cada letra de una palabra como letra inicial de otras palabras;
(c) La Temoorah, cuyo método consistía en sacar nuevos significados del texto, intercambiando letras.

LOS JUDÍOS ESPAÑOLES
En este grupo se encontraban Abraham ben Ezra, Salomón Isaac Jarchi, David Kimchi, Isaac Aberbanel y Elias Levita.
Se sostiene que desarrollaron una metodología hermenéutica mucho más sana, por el hecho de que ellos surgieron (aproximadamente entre el siglo XII y XV) en una época en la que la exégesis cristiana devino en una exégesis muy pobre. Había un desconocimiento de los idiomas originales, especialmente del hebreo. Como ellos eran personas que conocían el hebreo, empezaron a desarrollar una interpretación, que para muchos historiadores incluso sostienen que fue la base de la cual se valieron, siglos más tardes, los reformadores en su lucha contra la interpretación católica romana.
Algunos historiadores señalan que si no hubiera sido por los judíos españoles se hubiera dado un ocaso, un desplome de la exégesis cristiana, especialmente de vertiente occidental. El aporte de estos judíos fue muy importante en el sentido de que se apegaron al texto e hicieron una interpretación mucho más coherente.
Podríamos terminar nuestro estudio histórico haciendo mención del uso que le dio Jesús y los  apostoles al Antiguo Testamento, según consta en los  cuatro evangelios y en general en el Nuevo Testamento.
 En primer lugar, Él era consecuente en su trato de las narraciones históricas como registros fieles de hecho. Tal parece que las alusiones a Abel, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, por ejemplo, tuvieron la intención y fueron interpretadas como referencias a personas reales y a acontecimientos históricos verdaderos.
En segundo lugar, cuando Jesús hacía una aplicación del relato histórico, lo extraía del significado normal, opuesto al sentido alegórico.
Él no mostró tendencia alguna a dividir la verdad de las Escrituras en niveles, un nivel superficial basado en el significado literal del texto y una verdad más profunda basada en algún nivel místico.
En tercer lugar, Jesús denunció el modo en que los líderes religiosos habían desarrollado métodos casuístico para hacer a un lado la misma Palabra de Dios que ellos afirmaban estar interpretando, y la reemplazaban con sus propias tradiciones (Marcos 7:6-13; Mateo 15: 1-9).
En cuarto lugar, los escribas y fariseos, por más que quisieron acusar a Jesús de algún error, nunca lo acusaron de usar alguna parte de las Escrituras de manera antinatural o ilegítima. Aun cuando Jesús repudiaba directamente los agregados y las malas interpretaciones que los fariseos hacían al Antiguo Testamento (Mateo 5:21-48), el relato bíblico nos dice que "la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mateo 7:28,29).
En quinto lugar, cuando a veces Jesús usaba un texto de un modo que no nos parecía natural, por lo general se trataba de un legítimo modismo hebreo o arameo o patrón de pensamiento que no se traduce directamente a nuestra cultura y tiempo. Un ejemplo de esto se halla en Mateo 27:9,10.
Aunque el pasaje no es una cita directa de Jesús, ilustra el punto de que lo que pudiera considerarse inexacto por nuestro conjunto de normas culturales, era una práctica legítima y hermenéuticamente aceptable en aquellos días.
El pasaje dice: "Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomarán las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor." La cita en realidad es una compilación de Jeremías 32:6-9 y Zacarías 11: 12,13. Para nuestra manera de pensar, la combinación de citas de dos personas diferentes haciendo referencia sólo a uno de ellos constituye un error de referencia. Sin embargo, en la cultura judía de los tiempos de Jesús, esta era una práctica hermenéutica aceptada, entendida por el autor y sus lectores. Un procedimiento común era agrupar dos o más profecías y atribuirle todas juntas al más eminente profeta del grupo (en este caso Jeremías). Por tanto, lo que parece ser un error de interpretación es en realidad una aplicación hermenéutica legítima cuando se ve dentro de su propio contexto.
Por su parte, los apóstoles siguieron al Señor al considerar el Antiguo Testamento como la Palabra inspirada de Dios (2 Timoteo 3: 16; 2 Pedro 1:21). En por lo menos cincuenta y seis ocasiones hay una referencia explícita a Dios como el autor del texto bíblico. Al igual que Cristo, ellos aceptaron la exactitud histórica del Antiguo Testamento (por ejemplo, Hechos 7:9-50; 13:16-22; Hebreos 11). Cuando se hallan en debate, apelan a las Escrituras; apelan a ellas cuando se les pide que respondan a preguntas; sean serias o capciosas; apelan a ellas con relación a sus enseñanzas hasta con quienes no tendrían la tendencia a presionarlos por otra autoridad más que la de sus propias palabras; apelan a ellas para indicar el propósito de algunas de sus acciones o su conocimiento en el propósito de Dios con relación a tendencias contemporáneas; y apelan a ellas en sus oraciones.
La elevada estima con la cual los escritores del Nuevo Testamento consideran el Antiguo sugiere fuertemente que no habrían interpretado mal, de modo consciente o intencional, ellos creían, que el propio Dios había hablado.
Las diferencias en algunas palabras o citas pueden justificarse por las versiones que circulaban, los diferentes lenguajes usados  en la época, así como en las traducciones,  y la familiaridad con que manejaban estas citas.

CONCLUSIONES
Durante el primer siglo d.C. los intérpretes judíos estaban de acuerdo en que las Escrituras representan las palabras de Dios, y que estas palabras están llenas de significados para los creyentes. La interpretación literal se empleaba en esferas de interés judicial y práctico.
La mayoría de los intérpretes emplearon las prácticas midráshicas, particularmente las reglas desarrolladas por Hillel, y muchos usaron suavemente la exégesis alegórica. Dentro de la comunidad judía, sin embargo, algunos grupos fueron en direcciones separadas. Los fariseos continuaron en el desarrollo de la exégesis midráshica con el propósito de vincular su tradición oral más estrechamente con las Escrituras. La comunidad de Qumrán, creyendo que ellos eran el verdadero remanente fiel y los destinatarios de los misterios proféticos, siguió empleando los métodos midráshicos y pesher para interpretar las Escrituras. Y Filón y los que deseaban reconciliar las Escrituras judaicas con la filosofía griega continuaron desarrollando los métodos de exégesis alegórica. Jesús y los apóstoles usan la mayoría de las referencias del Nuevo Testamento al Antiguo en forma literal; es decir, lo interpretan de acuerdo con las normas comúnmente aceptadas de interpretar todo tipo de comunicación; la historia como historia, la poesía como poesía y los símbolos como símbolos. No hay un intento de separar el mensaje en niveles literales y alegóricos. Los pocos casos donde parece que los escritores del Nuevo Testamento interpretan el Antiguo de manera no natural por lo general se pueden resolver al entender más plenamente los métodos de interpretación de los tiempos bíblicos.

BIBLIOGRAFÍA
-Berkhof, Luis. Principios de Interpretación bíblica, Libros Desafío, Grand Rapids, Michigan, 2005
-Trenchard, Ernesto. Normas de Interpretación Bíblica   Editorial Portavoz,: 1958
-Terry, M.S. La Hermenéutica. Editorial Clie, , 1990
-Virkeler, Henry. Hermenéutica. Principios y Procedimientos de Interpretación Bíblica  Edición en idioma español, Editorial Vida. Deerfield, Florida, 1994


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