REPUBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGOGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
DIPLOMADO EN TEOLOGIA
PASTORAL
MODULO: HERMENEUTICA
FACILITADOR: DR. LINO ORTEGA
Historia
de los principios hermenéuticos entre los judíos
INTRODUCCION
Desde que Dios reveló
las Escrituras, a través de los siglos ha habido muchísimos enfoques al estudio
de la Palabra de Dios. Los intérpretes más ortodoxos han subrayado la
importancia de la interpretación literal, con lo que ellos quieren decir que la
Palabra de Dios debe interpretarse del modo que uno interpreta la comunicación
humana normal. Otros han practicado un enfoque alegórico, y aun otros han
buscado en cada letra y cada palabra un significado secreto que necesita
descifrarse.
Revisar la historia
de esas prácticas nos ayuda a vencer la tentación de creer que nuestro sistema
de interpretación es el único sistema que ha existido. Una comprensión de las
presuposiciones de otros métodos provee una perspectiva más equilibrada y
capacita para un diálogo más significativo con los que creen de manera
diferente a la nuestra.
Al observar los
errores de los que nos han precedido, podemos estar más conscientes de los
posibles peligros cuando estemos en tentaciones semejantes. El adagio de
Santayana de que "el que no aprende de la historia está condenado a
repetirla" es tan aplicable a la esfera de la interpretación como lo es a
cualquier otra esfera. Esperamos que este trabajo pueda ayudarnos a entender
esos principios, a fin de tratar de interpretar las escrituras de la forma más
sana posible.
HISTORIA DE LOS
PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS PARA LOS JUDÍOS
Exégesis judía
antigua
Un análisis de la
historia de la interpretación bíblica comienza por lo general con la obra de
Esdras. A su regreso del exilio babilónico, el pueblo de Israel pidió que
Esdras les leyera del Pentateuco.
Nehemías 8:8 recalca:
"Y leían en el libro claramente, y ponían el sentido, de modo que
entendiesen la lectura."
Debido a que los
israelitas probablemente habían perdido su comprensión del hebreo durante el
período del exilio, la mayoría de los eruditos suponen que Esdras y sus
ayudantes tradujeron el texto hebreo y leyeron en voz alta en arameo, añadiendo
explicaciones para hacer más claro el significado. De este modo comenzó la
ciencia y el arte de la interpretación bíblica.
Los escribas que
siguieron copiaban con gran cuidado las Escrituras, pues creían que cada letra
del texto era la inspirada Palabra de Dios. Esa profunda reverencia hacia el
texto sagrado tenía ventajas y desventajas.
La principal ventaja
era que el texto fue cuidadosamente preservado en su trasmisión a través de los
siglos. La mayor desventaja era que los rabinos pronto comenzaron a interpretar
las Escrituras por métodos distintos a los que se emplean en la interpretación
normal de la comunicación.
Los rabinos presuponían que, como Dios
es el autor de las Escrituras
(1) el intérprete podía esperar hallar
numerosos significados.
Los adherentes a la crítica de la redacción
sugieren que la interpretación de las Escrituras comenzó mucho antes que Esdras
en cualquier texto, y
(2) tenía importancia cada detalle
incidental del texto.
El rabino Akiba, en el siglo primero
d. C., finalmente extendió eso para mantener que cada repetición, figura
retórica, paralelismo, sinónimo, palabra, letra y aun las formas de las letras
tenían significados ocultos" Ese "letrismo" (enfoque indebido de
las letras de las cuales se componían las palabras de las Escrituras) era
llevado muchas veces a tal extremo, que el significado que el autor tenía en
mente era pasado por alto y las especulaciones
fantásticas de los rabinos tomaban su lugar.
Además, cuando
nos referimos a la hermenéutica en el judaísmo, tenemos que ser conscientes que
nos estamos refiriendo a la interpretación de aquello que hoy llamamos
"Antiguo Testamento", que para los judíos constituían y constituyen
"todas las Escrituras" o "Palabra de Dios".
Para los judíos,
en lo que se conoce como el "canon hebreo", las Escrituras se dividen
en tres partes: (1) La ley; (2) Los Profetas; y (3) Los Escritos (Salmos).
En la época de Jesucristo, la exégesis
judía podía clasificarse dentro de cuatro tipos principales:
1)
literal,
2)
midráshico,
3)
pesher y
4)
alegórico.
INTERPRETACIÓN LITERAL
El método literal de interpretación,
mencionado como peshat, al parecer servía de base para otros tipos de
interpretaciones
Se sugiere que la
razón para la relativa infrecuencia de interpretaciones literalistas en la
literatura talmúdica es que, como se suponía que este tipo de comentario era
conocido por todos; y ya que no había disputas al respecto, entonces no fue
registrado.
INTERPRETACIÓN MIDRÁSHICA
La interpretación midráshica incluye
una variedad de dispositivos hermenéuticos que fueron desarrollados
considerablemente durante la época de Cristo y que siguió siendo desarrollado
durante varios siglos después.
Al rabino Hillel,
cuya vida antecede al surgimiento del cristianismo por una generación o más, se
le considera como el que desarrolló las reglas fundamentales de la exégesis
rabínica que recalcó la comparación de ideas, palabras o frases halladas en más
de un texto, la relación de principios generales a casos particulares, y la
importancia del contexto en la interpretación.
Con todo, la
tendencia hacia una exposición más fantasiosa que conservadora continuó. El
resultado de esto era una exégesis que:
(1) daba
significados a textos, frases, y palabras sin consideración al contexto en el
cual se trataba de aplicar;
(2) combinaba
textos que contenían palabras o frases similares fuera que los textos se refirieran
o no a la misma idea y
(3) tomaba
aspectos incidentales de la gramática y les daba pertinencia interpretativa. Se
dan dos ejemplos de tal exégesis en seguida:
-Por el uso
superfluo de tres partículas [hebraicas], las Escrituras indican, que algo más
se incluye en el texto que lo que la aparente declaración podría implicar a
simple vista.
Esta regla se
ilustra en Génesis 21:1, donde se dice "Jehová visitó a Sara", y se
supone que la partícula debe mostrar que el Señor visitó a otras mujeres además
de Sara.
-Las
explicaciones se obtienen al reducir las letras de una palabra a su valor
numérico, y sustituir esto por otra palabra o frase del mismo valor, o al
trasponer las letras. Así, por ejemplo, la suma de las letras del nombre
Eliezer, el siervo de Abraham, es equivalente a 318, el número de sus hombres
(Génesis 14: 14),
y, por consiguiente, muestra que Eliezer solo tenía el valor de un ejército.
De ese modo, al
concentrarse en la identificación de significados ocultos de detalles
gramaticales incidentales y especulaciones numéricas artificiales, la exégesis
midráshica con frecuencia pierde el verdadero sentido del texto.
INTERPRETACIÓN PESHER
La interpretación Pesher existió
particularmente entre las comunidades de Qurnrán. Esas formas tomaron
extensamente de las prácticas midráshicas, pero incluyeron un enfoque
escatológico importante. La comunidad creía que todo lo que escribieron los
antiguos profetas tenía un significado profético velado que estaba por
cumplirse inminentemente por medio de su comunidad del pacto. La interpretación
apocalíptica) era común, junto con la idea de que mediante el Maestro de
Justicia, Dios había revelado el significado de las profecías que anteriormente
estaban en el misterio. La interpretación Pesher era denotada con frecuencia
por la frase "esto es aquello", indicando que "este presente
fenómeno es el cumplimiento de aquella antigua profecía".
INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA
La exégesis alegórica se basaba
en la idea de que el verdadero significado de las Escrituras yacía bajo el
significado literal. Históricamente, el alegorismo había sido desarrollado por
los griegos para resolver la tensión entre su tradición religiosa mítica y su
herencia filosófica. Como los mitos religiosos contenían mucho que era inmoral
o inaceptable, los filósofos griegos alegorizaban esas historias; es decir, los
mitos no eran entendidos literalmente, sino como leyendas cuyo verdadero
significado yacía en un nivel más profundo.
En la época de
Cristo, los judíos que deseaban permanecer fieles a la tradición mosaica,
aunque adoptaban la filosofía griega, se enfrentaban a una tensión similar. Algunos
judíos resolvieron esta tensión mediante la alegorización de la tradición mosaica.
Se reconoce a Filón (20 a.C - 50 d.C.) en ese aspecto.
Filón creía que el
significado literal de las Escrituras representaba un nivel de comprensión
inmaduro; el significado alegórico era para los maduros. Debiera emplearse la
interpretación alegórica en los casos siguientes:
(1) si la
interpretación literal decía algo indigno de Dios,
(2) si la
declaración parecía contradecir alguna otra declaración de la Escritura,
(3) si el relato
afirmaba ser alegórico,
(4) si las
expresiones estaban duplicadas o si se empleaban palabras superfluas,
(5) si había una
repetición de algo ya conocido,
(6) si una
expresión es variada,
(7) si se
empleaban sinónimos,
(8) si era
posible un juego de palabras,
9) si hubiera
algo anormal en número o tiempo (del verbo), o si estaban presentes símbolos.
Como puede verse,
estos criterios son indicaciones válidas de que el autor haya tenido la
intención de que sus escritos se entendieran de manera alegórica. No obstante,
la alegorización de Filón y sus contemporáneos iba más allá de esto, con
frecuencia alcanzando proporciones fantásticas.
Otra
consideración importante es que cuando
hablamos de judaismo no nos referimos a una realidad homogénea, que consideraba
los principios hermenéuticos uniformemente. Más bien debemos tomar en cuenta
ciertas corrientes hermenéuticas que tuvieron como centro algunos lugares
geográficos, aun personas que correspondían al pueblo judío.
A la luz de estas
consideraciones, debemos dirigir nuestra exploración a cinco grupos de judíos
que, ubicados geográficamente en lugares distintos, articularon cierta
metodología de interpretación que guardaba rasgos peculiares, dependiendo de lo
que sería una norma común o de consenso en otras áreas.
LOS JUDÍOS PALESTINENSES
Eran, como su
nombre lo indica, un grupo de intérpretes de las Escrituras que radicaban en
Palestina. Partían del concepto de que la Palabra de Dios era infalible, por lo
que tenían un profundo respeto por las Escrituras. Llegaron a considerar como
sagradas las letras de los Libros. Los copistas tenían la disciplina de contar
cada letra al terminar cada línea, para evitar olvidarse de alguna, y así
evitar problemas de transcripción. Al mismo tiempo, tenían a la ley en mayor
estima que los Profetas y la Hagiógrafa. De ahí que la
interpretación de la Ley fuera su gran objetivo. Distinguían cuidadosamente el sentido literal de las Escrituras (peshat) y la exposición
exegética de éstas, con el fin de investigar todo posible significado oculto y
aplicación práctica de las mismas (midrash).
Exaltaban la ley
oral o tradición, que eran las deducciones o interpretaciones de los rabinos
como sostén indispensable de la ley escrita. Eso dio lugar a toda clase de
interpretaciones.
Habla
interpretaciones literales de la ley (halakhah)
e interpretaciones más libres de las Escrituras sin un carácter legalista, más
bien de tipo homilético e ilustrativo (haggadah).
Hay un
cuestionamiento serio que se le plantea a la interpretación bíblica de los
judíos palestinenses, que básicamente estaba representada por los
"Escribas" (expertos en la Escritura). Se les cuestiona el hecho de
que ellos resaltaban, le daban una prioridad mayor a la tradición o ley oral,
que prácticamente estaba compuesta por las interpretaciones que los rabinos
habían ido dando a la ley, y proponían a "la ley oral" como una
columna insustituible de la "ley escrita". Es decir, hacían una
especie de transposición. No se dirigían a la ley escrita tal como estaba para
ver cuál era el significado y aplicación para el momento presente, sino que esa
ley escrita era vista a través de los lentes de la tradición oral. Esa
tradición era una serie de interpretaciones que los rabinos habían ido dando a
lo largo del tiempo. De esa manera se hacían interpretaciones arbitrarias y
erróneas de las Escrituras.
Es interesante
notar en Marcos 7:11-13 que Jesús hace referencia a este problema. Para los
Escribas, llegaba un punto en que la ley escrita quedaba invalidada por la
tradición o ley oral.
Hillel, uno de los más grandes
intérpretes entre los judíos, nos dejó siete reglas de interpretación por las
cuales, por lo menos en apariencia, la tradición oral podía deducirse del texto
de la Escritura.
Según su forma
más breve, estas reglas son las siguientes: (a) ligero y pesado (esto es a minore ad majus, y viceversa); (b)
equivalencia; (c) deducción de lo especial a lo general; (d) inferencia
deducida de varios pasajes; (e) inferencias deducidas de lo general a lo
especial; (f) analogía de un pasaje con otro; y (g) inferencia sacada
del contexto.
LOS JUDÍOS ALEJANDRINOS
Alejandría fue
una importante ciudad de Egipto, tuvo mucho prestigio durante el período
intertestamentario. En los primeros siglos del cristianismo ocupó un lugar de
relevancia en toda la zona del Medio Oriente. Era el eje del comercio entre
Oriente y Occidente, por tales características, fue una ciudad que determinó
normas de convivencia y de vida de ciudad.
En lo cultural y
religioso se dieron cita diversas corrientes de pensamiento, sistemas
filosóficos, así como diversas religiones.
Aparecieron así
los "sistemas eclécticos o intermedios", que mezclaban enseñanzas de
varios sistemas religiosos, culturales y filosóficos, y surgían así nuevos
comportamientos religiosos.
Los historiadores
nos dicen que en Alejandría estaba el famoso "Museo o Templo de las
Musas", un centro de estudios superiores, donde se reunían las mentes más
ilustres de la época, dedicadas a estudiar filosofía, matemáticas, astronomía,
zoología y otras ciencias. Este museo se distinguía por su enorme biblioteca,
junto con la del "Templo de Serapis" constituían la mayor colección
de libros de la antigüedad. Alejandría fue el principal centro del pensamiento
filosófico y teológico original, no sólo entre judíos y cristianos, sino
también entre paganos. Por cierto, se cuenta que desde muy temprano en la
historia hubo allí una colonia judía de aproximadamente un millón de personas,
que incluso tenían su barrio propio (ahí se tradujo la Septuaginta).
En ese contexto,
se desarrolló "la escuela alejandrina de interpretación judía". La
interpretación de esta escuela fue influenciada, como es fácil suponer, por la
filosofía de Alejandría. Los judíos alejandrinos asumieron el principio
fundamental de Platón, de que "no debe creerse nada que sea indigno de
Dios". Por tanto, cada vez que ellos encontraban en el Antiguo Testamento
cosas que no eran compatibles con el concepto de Dios que se tenía, o no lo
consideraban conveniente, recurrían a la "la interpretación
alegórica". Alegorizar es, básicamente, considerar cada elemento de un
relato como un símbolo, representando un sentido oculto en el texto (puede ser
un personaje o hecho). Este modo de interpretar, presupone que esa mención es
solamente un símbolo detrás del cual se esconde su verdadero sentido o
significado.
Entre los
representantes más significativos de los judíos alejandrinos se cita mayormente
a Filón, el cual estableció las
reglas estudiadas anteriormente y que se constituyó en el más renombrado
exponente de este método de interpretación bíblica. Filón no sólo rechazó el
sentido literal de la Escritura, sino que además lo miraba como una concesión
para los "débiles". Para él todo era símbolo de significados o cosas
más profundas. El sentido oculto de las Escrituras era su punto fuerte. Estas
reglas, naturalmente, daban lugar a toda clase de malas interpretaciones.
LOS JUDÍOS KARAÍSTAS
Este grupo es
conocido por los historiadores de la hermenéutica como los "protestantes
del judaismo"(Farrat los consideraba una secta), fue fundado por Hanan ben
David, aproximadamente el año 800 a.C. Estos judíos se les ubica como
descendientes de los saduceos, y simbolizan una protesta contra el rabinismo
que estaba en parte, influenciado por el mahometismo.
La forma hebrea
de la palabra "karaista" es "Beni-Mikra", o sea "hijos
de la lectura". Se les había puesto este nombre porque ellos postulaban
como principio fundamental de interpretación que "la Escritura constituía
su única autoridad en materia de fe". Esto los llevó a emprender un nuevo
y cuidadoso estudio del texto escritural.
El surgimiento de
esta escuela originó al mismo tiempo una reacción de los rabinos. Al ver que
los karaístas emprendieron un estudio serio del texto escritural, como
reacción, los rabinos emprendieron un estudio similar. Como resultado de este
conflicto de interpretación surgió lo que hoy se conoce como "el texto
masorético".
La exégesis de
esta escuela karaista fue por lo general más sólida que la de la escuela
palestinense, que fue más literal o de la escuela alejandrina, que era más
alegórica. Ellos estaban en un lugar intermedio y hacían una exégesis mucho más
sana.
LOS JUDÍOS CABALISTAS
Corresponde a un
movimiento del siglo XII, con características muy peculiares. Para varios
analistas, representa lo que podríamos llamar "la reducción al absurdo del
método de interpretación de los judíos palestinenses (método literal)",
aunque algunas veces empleaban también el método alegórico de los judíos
alejandrinos.
El quehacer
hermenéutico de los judíos cabalistas descansaba en la premisa de que todo
"el texto masorético", hasta los versículos, las palabras, las
letras, las vocales, los acentos, las comas, los puntos, fueron dados a Moisés
en el Monte Sinaí; y que el número de letras, y cada letra simple en cuanto a
su trasposición y substitución, tenía un poder espiritual y sobrenatural.
Entre los métodos
que usaban en su labor interpretativa se mencionan tres:
(a) La gematria, según la cual podían
sustituir una palabra bíblica por otra que tuviera el mismo valor numérico;
(b) El notarikon, que
consistía en formar palabras por la combinación de letras que empezaban y
terminaban algunas palabras, o considerando cada letra de una palabra como
letra inicial de otras palabras;
(c) La Temoorah, cuyo
método consistía en sacar nuevos significados del texto, intercambiando letras.
LOS JUDÍOS ESPAÑOLES
En este grupo se
encontraban Abraham ben Ezra, Salomón Isaac Jarchi, David Kimchi, Isaac
Aberbanel y Elias Levita.
Se sostiene que
desarrollaron una metodología hermenéutica mucho más sana, por el hecho de que
ellos surgieron (aproximadamente entre el siglo XII y XV) en una época en la
que la exégesis cristiana devino en una exégesis muy pobre. Había un
desconocimiento de los idiomas originales, especialmente del hebreo. Como ellos
eran personas que conocían el hebreo, empezaron a desarrollar una
interpretación, que para muchos historiadores incluso sostienen que fue la base
de la cual se valieron, siglos más tardes, los reformadores en su lucha contra
la interpretación católica romana.
Algunos
historiadores señalan que si no hubiera sido por los judíos españoles se
hubiera dado un ocaso, un desplome de la exégesis cristiana, especialmente de
vertiente occidental. El aporte de estos judíos fue muy importante en el
sentido de que se apegaron al texto e hicieron una interpretación mucho más
coherente.
Podríamos
terminar nuestro estudio histórico haciendo mención del uso que le dio Jesús y
los apostoles al Antiguo Testamento,
según consta en los cuatro evangelios y
en general en el Nuevo Testamento.
En primer lugar, Él era consecuente en su
trato de las narraciones históricas como registros fieles de hecho. Tal parece
que las alusiones a Abel, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, por ejemplo,
tuvieron la intención y fueron interpretadas como referencias a personas reales
y a acontecimientos históricos verdaderos.
En segundo lugar,
cuando Jesús hacía una aplicación del relato histórico, lo extraía del
significado normal, opuesto al sentido alegórico.
Él no mostró
tendencia alguna a dividir la verdad de las Escrituras en niveles, un nivel
superficial basado en el significado literal del texto y una verdad más
profunda basada en algún nivel místico.
En tercer lugar,
Jesús denunció el modo en que los líderes religiosos habían desarrollado
métodos casuístico para hacer a un lado la misma Palabra de Dios que ellos
afirmaban estar interpretando, y la reemplazaban con sus propias tradiciones
(Marcos 7:6-13; Mateo 15: 1-9).
En cuarto lugar,
los escribas y fariseos, por más que quisieron acusar a Jesús de algún error,
nunca lo acusaron de usar alguna parte de las Escrituras de manera antinatural
o ilegítima. Aun cuando Jesús repudiaba directamente los agregados y las malas
interpretaciones que los fariseos hacían al Antiguo Testamento (Mateo 5:21-48),
el relato bíblico nos dice que "la gente se admiraba de su doctrina;
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas"
(Mateo 7:28,29).
En quinto lugar,
cuando a veces Jesús usaba un texto de un modo que no nos parecía natural, por
lo general se trataba de un legítimo modismo hebreo o arameo o patrón de
pensamiento que no se traduce directamente a nuestra cultura y tiempo. Un
ejemplo de esto se halla en Mateo 27:9,10.
Aunque el pasaje
no es una cita directa de Jesús, ilustra el punto de que lo que pudiera
considerarse inexacto por nuestro conjunto de normas culturales, era una
práctica legítima y hermenéuticamente aceptable en aquellos días.
El pasaje dice:
"Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomarán
las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los
hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el
Señor." La cita en realidad es una compilación de Jeremías 32:6-9 y
Zacarías 11: 12,13. Para nuestra manera de pensar, la combinación de citas de
dos personas diferentes haciendo referencia sólo a uno de ellos constituye un
error de referencia. Sin embargo, en la cultura judía de los tiempos de Jesús,
esta era una práctica hermenéutica aceptada, entendida por el autor y sus
lectores. Un procedimiento común era agrupar dos o más profecías y atribuirle
todas juntas al más eminente profeta del grupo (en este caso Jeremías). Por
tanto, lo que parece ser un error de interpretación es en realidad una
aplicación hermenéutica legítima cuando se ve dentro de su propio contexto.
Por su parte,
los apóstoles siguieron al Señor al considerar el Antiguo Testamento como la
Palabra inspirada de Dios (2 Timoteo 3: 16; 2 Pedro 1:21). En por lo menos
cincuenta y seis ocasiones hay una referencia explícita a Dios como el autor
del texto bíblico. Al igual que Cristo, ellos aceptaron la exactitud histórica
del Antiguo Testamento (por ejemplo, Hechos 7:9-50; 13:16-22; Hebreos 11).
Cuando se hallan en debate, apelan a las Escrituras; apelan a ellas cuando se
les pide que respondan a preguntas; sean serias o capciosas; apelan a ellas con
relación a sus enseñanzas hasta con quienes no tendrían la tendencia a presionarlos
por otra autoridad más que la de sus propias palabras; apelan a ellas para
indicar el propósito de algunas de sus acciones o su conocimiento en el
propósito de Dios con relación a tendencias contemporáneas; y apelan a ellas en
sus oraciones.
La elevada estima con
la cual los escritores del Nuevo Testamento consideran el Antiguo sugiere
fuertemente que no habrían interpretado mal, de modo consciente o intencional,
ellos creían, que el propio Dios había hablado.
Las diferencias en
algunas palabras o citas pueden justificarse por las versiones que circulaban,
los diferentes lenguajes usados en la
época, así como en las traducciones, y la
familiaridad con que manejaban estas citas.
CONCLUSIONES
Durante el primer
siglo d.C. los intérpretes judíos estaban de acuerdo en que las Escrituras
representan las palabras de Dios, y que estas palabras están llenas de
significados para los creyentes. La interpretación literal se empleaba en
esferas de interés judicial y práctico.
La mayoría de los
intérpretes emplearon las prácticas midráshicas, particularmente las reglas
desarrolladas por Hillel, y muchos usaron suavemente la exégesis alegórica.
Dentro de la comunidad judía, sin embargo, algunos grupos fueron en direcciones
separadas. Los fariseos continuaron en el desarrollo de la exégesis midráshica
con el propósito de vincular su tradición oral más estrechamente con las
Escrituras. La comunidad de Qumrán, creyendo que ellos eran el verdadero
remanente fiel y los destinatarios de los misterios proféticos, siguió
empleando los métodos midráshicos y pesher para interpretar las Escrituras. Y
Filón y los que deseaban reconciliar las Escrituras judaicas con la filosofía griega
continuaron desarrollando los métodos de exégesis alegórica. Jesús y los apóstoles
usan la mayoría de las referencias del Nuevo Testamento al Antiguo en forma
literal; es decir, lo interpretan de acuerdo con las normas comúnmente
aceptadas de interpretar todo tipo de comunicación; la historia como historia,
la poesía como poesía y los símbolos como símbolos. No hay un intento de
separar el mensaje en niveles literales y alegóricos. Los pocos casos donde
parece que los escritores del Nuevo Testamento interpretan el Antiguo de manera
no natural por lo general se pueden resolver al entender más plenamente los métodos
de interpretación de los tiempos bíblicos.
BIBLIOGRAFÍA
-Berkhof, Luis. Principios de Interpretación bíblica, Libros Desafío,
Grand Rapids, Michigan, 2005
-Trenchard, Ernesto. Normas de Interpretación Bíblica
Editorial Portavoz,: 1958
-Terry, M.S. La Hermenéutica. Editorial Clie, , 1990
-Virkeler, Henry. Hermenéutica. Principios y Procedimientos de
Interpretación Bíblica Edición en idioma
español, Editorial Vida. Deerfield, Florida, 1994
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